Casi

Apretaba el fierro sin gatillo. Buscaba sacarle el frío. Para después ponerlo en la panza sin tanto sobresalto. Pero disimulaba, para que no lo traten de puto y cagón. Lo apretaba y de vez en cuando se llevaba una mano a la cara para sentir el olor a hierro oxidado, el mismo que le dejaban las cadenas de la hamaca. El mismo olor que tenía la tumba donde le mataron 5 años. Y ahí estaba de vuelta, con el mismo olor en las manos. Puesto y dispuesto a la hazaña. A escribir con letra bien pesada otro capítulo de la misma historia. Pero ahí, plantando en el locutorio, se llenó de cagazo y se compró una tarjeta de movistar para avisarle a su vieja que fuera poniendo la mesa.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Porque acercarse y ver no es lo mismo que mirar y esto lo deja claro: "se llevaba una mano a la cara para sentir el olor a hierro oxidado, el mismo que le dejaban las cadenas de la hamaca. El mismo olor que tenía la tumba donde le mataron 5 años."

Silencio dijo...

Gabriela.
Que bueno poder sentir que sos mi amiga.