Diario

Había un poco de muerte en el fondo de aquel placard improvisado. La ropa de alguien, que desde otro tiempo, ya nada observa. Y la angustia enredada entre las fibras del tejido. Con el frío regando la ausencia, y las ganas. Un martes abierto en dos, a la intemperie, debajo del rocío y de la mirada del asco. Saliendo a esperar el 163, comiéndose los mocos. Practicando ese irse de a poco, como perdiendo el contorno. Hasta parecerse a todos, hasta dejar de ser alguien.