Con su tema

Los hay locos, loquísimos. Gente que ni los barrotes de la negación sostiene. Energías apenas coaguladas que no entran en razón, por no encerrarse. Y entre todos ellos andaba el loco de las hojas. Que se pintaba de negro, entero, el cuerpo y sólo comía las hojas de los árboles. Y eran muchos los que se cambiaban de vereda y le andaban esquivando la mirada. No vaya a ser cosa que algo de aquel se le pegara y un día, mirando el programa de Tinelli, se den cuenta de que para ser no hace falta nada.