Llevaba los baldes desde la canilla hasta la casa. Eran dos cuadras de puro y puto equilibrio. De pasitos cortitos con las piernas apretadas. Si casi que a veces no llegaba con nada. Y la calle era un reguero de gotones que la tierra casi no chupaba de lo seca que estaba. Puta madre. Ese vientito de mierda de las tardes de marzo le llenaba los ojos de polvo, finito y tozudo. Putearía en varios idiomas si supiera, porque uno sólo no alcanza. Se le termina casi más rápido que el agua. Y esas dos cuadras, que son cada vez más largas. Y esos dos baldes que son cada vez más pesados. Además de la puta cosquilla en la mitad de la espalda. Encima el pelotudo del falcon que le tira un finito y casi que lo hace caer de culo en la zanja. Y ese jodido ritual de andar sostiendo la vida con la puta certeza de que acá nadie entiende nada.
Igualdades
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Silencio
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4 comentarios:
Como muchas rendijas desde donde asomarse a un todo
como muchos recortes holográficos de una realidad,
cada partecita me habla de un universo
cada partícula, lo contiene.
Profundo y bellos mirar por aquí.
Clodet.
Que la gente mire a través de las palabras. Mer vino esa frase... cuando leí tu comentario.
Excelente.
Alvarez.
Lo mismo que en el anterior.
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